Docencia Online. Nuestra imagen en la red.

Nunca olvidaré mi primera clase de Derecho Romano. Los 534 estudiantes del Grupo B apretujados en un Aula Magna atendíamos al provecto catedrático que dominando el escenario nos obsequiaba con mirada entre distante y disciplente. Conseguido el silencio el profesor con una cierta calculada teatralidad de espaldas al respetable escribió en la pizarra Dr. D.……, se dio la vuelta diciendo: nombre y tratamiento. Aquella era desde luego una distancia insalvable, una parte del profesorado marcaba de modo feroz su territorio y nos ponía en nuestro lugar de meros receptores del conocimiento magistralmente impartido.

Curso 2012-2013, reunión de trabajo con la delegada del curso. Las aulas no albergan a más de 75 estudiantes y de modo cíclico los coordinadores del curso reunimos al profesorado, evaluamos la marcha general del grupo y consideramos casos individuales. Además, nos reunimos con los delegados del curso y pulsamos su estado de ánimo, sus necesidades o sus quejas. La estudiante expone como se percibe a cada profesor y manifiesta, en uno de los casos, que encuentran cierta dificultad en cualquier caso perfectamente explicable ya que es muy duro impartir la clase cuando uno se está divorciando. Detalle, obtenido por cierto, en la página personal del docente en Facebook, abierta para ser vista por cualquiera.

Para bien o para mal las tecnologías de la información han cambiado radicalmente la relación estudiante-profesor. Anteriormente esta se construía a través de ciertas reglas no escritas. La distancia inicial se basaba en la necesidad de mantener la disciplina y de algún modo “tantear el terreno”. En un estado ideal de cosas, la exposición del temario, las reacciones en clase, la motivación, en suma la relación diaria permitía evolucionar hacía una dinámica que en un estado ideal de cosas debería acabar en una relación del tipo maestro-discípulo.

Sin embargo hoy el docente debe saber que habrá sido evaluado tan pronto como el estudiante conozca su nombre. El primer juicio lo ofrecerá el número de referencias que encuentre en “Google”, y su mayor riesgo se encuentra en las primeras veinte referencias”. Con un poco de suerte Dialnet les facilitará sus publicaciones y “sobre qué sabe”. Si lo que encuentren en estas búsquedas resulta autoritativo el profesor será respetado de modo inconsciente desde la primera clase. No quiere decirse que si su identidad digital no está cuidada regirá la anarquía, pero lo cierto es que esa identidad va a ser con la primera con la se topen sus estudiantes.

Por otra parte, y esta es una opinión muy personal, la preservación del velo de nuestra privacidad resulta indispensable para el mantenimiento de una relación profesional y docente adecuada. Por todo ello resulta estratégico, que aprendamos a manejar nuestro perfil informativo en el mundo del web 2.0 como herramienta útil desde un punto de vista autoritativo, y separando nítidamente nuestra vida profesional de la personal.

Año 2013:

● Tuiteo sobre una conferencia a la que asisto señalando su interés, y retuiteo algunas cosas que van apareciendo en mi timeline. Una estudiante de Criminología me envía un interesante público: “@ricardmm ¿cómo puedes saber que es interesante?, no se puede atender y tuitear”. Tocado y hundido.

● En el mismo curso, mis estudiantes me envían tuits desde una discoteca con fotos del cartel informativo sobre videovigilancia. Las clases al parecer sirven para algo.

● Llego tarde a clase, un problema con el tranvía…Lo tuiteo, mis estudiantes merecen saber qué me retrasaré un poco y esperar mi llegada.

● Es el año de la manifestación del 25-S y estudiamos en Seguridad Pública el derecho de manifestación. Compartimos tuits durante el curso relacionados con noticias que aluden a esta materia y al temario.

Este conjunto de anécdotas ofrece algún aprendizaje interesante. Primero, hay que entender que somos ejemplo, que nuestra presencia en la red, incluso para los que no creen tenerla es inevitable. Por ello, debemos cuidarla, familiarizarnos con las distintas herramientas. Pero por otra parte, cuidar nuestro perfil, preservar nuestra vida privada no supone que no debamos, o que no vayamos a interactuar con nuestros estudiantes. Ciertas redes sociales o los artículos de nuestros blogs pueden ser un instrumento excelente para promover el interés y el aprendizaje.