20 e-mails por hora y más de un SPAM desesperado

Ricard Martínez

No puedo resistirme a escribir un breve post a fin de compartir ciertas preocupaciones que me rondan en los últimos meses. De un tiempo a esta parte he dejado de recibir interesantes e-mails en los que en inglés, pero de modo harto comprensible me ofrecían infalibles remedios para alargar ciertos apéndices, porque al parecer para el anunciante el tamaño si importaba. Junto con éste, otros mensajes sobre un reconstituyente azul de eficacia probada que podía obtener a toneladas y más barato ya que fabricado en China era amablemente distribuido desde ese gran país de los Pirineos.

Debo confesar que últimamente ya no hay señoras nigerianas que me impelan a ser solidario con la administración de su herencia, y tampoco Irinas que buscan señores de buenas intenciones. Y sin embargo, no ha descendido el Spam que recibo, debe ser agotador ser filtro. Ahora, esencialmente leo “producto nacional”.

Fíjese el lector en los mensajes seleccionados.

En primer lugar tenemos a unos señores que cumplen con todo lujo de detalles la normativa vigente. Incluyen la palabra publicidad, las bases del concurso, incluso nos permiten remover la suscripción. Salvo un pequeño detalle, NUNCA NOS HEMOS SUSCRITO A SU SERVICIO. Y claro, al parecer la Ley 34/2002, de 11 de julio, de servicios de la sociedad de la información y de comercio electrónico, trasposición de la Directiva 2000/31/CE, optó por dos principios esenciales:

● Por regular un derecho distinto del derecho fundamental a la protección de datos, predicable también de personas jurídicas.

● Por una cosa llamada Opt-In, que es donde digo yo que va a estar el problema.

El segundo mensaje todavía resulta más interesante.

Mis queridos remitentes, son gente de fiar, nada menos que once años desempeñando su profesión asesorando nada más y nada menos que a Telefónica de España, detalle importante a efectos de determinar la ley aplicable, a universidades, a clínicas de salud altamente confiables en mi pueblo donde si el médico tiene apellido extranjero cura más. Tanta LOPD, tanto tiempo, debe ser el origen de olvidar la palabra PUBLICIDAD, incluso PUBLI. Sorprende también, para que negarlo, esta sufrida información legal en la que el redactor, -seguramente llevado por su subconsciente-, reconoce que no hace esto de informar porque le guste sino porque “está obligado”.

Pues bien, resulta que   NUNCA NOS HEMOS SUSCRITO A SU SERVICIO NI SOMOS SUS CLIENTES.

Parece que es muy importante ayudar a nuestros remitentes en un par de aspectos.

● Primero, les notifico que la traducción más castiza de Opt-in, viene a ser consentimiento expreso y ya puestos previo, específico e informado. A diferencia del Opt-out o consentimiento tácito basado en la inacción.

● Segundo. Soy consciente de que el público formado por profesores y funcionarios universitarios es de los pocos que, aunque en franca reducción y mientras no nos cierren, tiene un salario fijo a final de mes. Al menso el mes pasado fue así, veremos el próximo. Sin embargo, es un público muy susceptible y me temo que ante tanta desesperación por ganar clientes se están exponiendo a riesgos innecesarios, especialmente cuando se exhibe “músculo y experiencia” en el cumplimiento normativo.